Conmigo, hasta el fin del mundo: Crónica de un viaje que aún no termina.
Aterricé en Buenos Aires una primavera, para tomar vacaciones de mi adicción al trabajo y superar el ser estudiante de postgrado frustrada. Pensaba que lo único que podía ayudarme a cambiar era irme al fin del mundo y estaba dispuesta a intentarlo. Según el mapa, el “Fin del Mundo” está en la Patagonia argentina y llegar ahí puede hacerse fácil y rápido por avión o despacito, ejercitando la paciencia en un autobús. Cuando llegué al Terminal de Ómnibus de Retiro, el cartel de la taquilla decía “Capital Federal – Trelew = 20 hrs.”. Sí, mi viaje soñado al sur comenzaría rodando por carreteras australes infinitas, flaquitas como las paticas de una garza, que me llevarían muy lejos… Sola.